Los 10 pueblos abandonados más curiosos de Asturias
Sabemos que Asturias, es la comunidad con la mayor cantidad de personas adultas mayores de edad y con el menor índice de nacimientos de España y de Europa. Eso trae aparejado que las nuevas generaciones abandonen el pueblo de sus mayores, para involucrarse en tareas acordes a los tiempos que estamos viviendo. Es que, ya nadie quiere asumir las duras tareas del campo, y solo quieren disfrutar del confort que nos brinda la modernidad. Esa es la razón, que nos impulsa a publicar una guía sobre algunos de los cientos de pueblos deshabitados o abandonados de Asturias.
La idea es que, tomemos conciencia que esos caseríos, aldeas o pueblos asturianos fueron los que impulsaron y contribuyeron a que hoy, los más jóvenes puedan gozar el buen pasar del que actualmente disfrutan. Nuestro más merecido y sincero homenaje a esos pueblos y ojalá podamos recuperarlos, para mantener viva la llama del «ser asturiano». ¡Empecemos!
1. San Adriano del Monte (San Adrianu)
Ubicado sobre la ladera de Buey Muerto del río Menéndez (también llamado río La Varas), a 655 metros de altitud, goza de una excelente panorámica sobre la cabecera de la cuenca del río. Allí se halla San Adriano del Monte, el primero de los pueblos abandonados. En sus mejores tiempos se componía de 35 casas, aunque en la actualidad solo la mitad de ellas permanecen en pie. Actualmente tan solo queda la iglesia y el cementerio en buen estado y los vestigios de algunas paredes de las restantes.
Llegó a tener cuatro molinos para la molienda del mijo (boroña), maíz y la escanda (variedad de trigo), cereales que utilizaban para elaborar pan cada ocho días. También se dedicaban a la cría de yeguas y vacas, ya que en el monte de San Adriano hay buenos pastizales. Asimismo, disponían de buena caza, en especial de liebres, perdices y conejos. Además, pescaban truchas en el río La Varas.
Durante muchos años los pastores y labradores habitaron serenamente la comarca ya que, disponían de abundante agua, excelente leña y buenas casas. Sin embargo, en la época del 60 del siglo pasado comenzó el éxodo hacia las grandes ciudades y al final del siglo XX San Adrianu ya se encontraba despoblado. Se puede llegar por la AS-313 y a la altura de El Medio desviarse hacia el puente de Baselgas donde parte una pista que va a Santo Adriano distante 7 kilómetros.
2. Sabadía
No muy lejos de San Adriano, hay una pequeña aldea de cinco casas, con tan sólo 2 habitantes que se dedican a atender el turismo rural. Ubicado a 232 metros de altura, además de conocer el pueblo y sus alrededores, podrás visitar en las montañas las cuevas que fueron las moradas de ermitaños. En especial, es llamativa una ermita muy antigua y una construcción muy especial que se halla en la zona boscosa del pueblo. Esta posee en su entorno un pozo de agua y lo que alguna vez fue una huerta.
Esta curiosa y misteriosa edificación muestra claramente que fue sometida a diferentes reformas a través del tiempo. Consta de un claustro con varios capiteles repetidos y un piso superior, que fue agregado. Estamos sin duda ante una construcción única y singular, donde la naturaleza retomó su lugar frente al avance del hombre. El edificio está en un emplazamiento difícil de hallar y para llegar a él hay que cruzar un pequeño puente de piedra muy pintoresco.
3. A Paicega
A mediados del siglo XX, cuando se comenzó a construir la presa de Salime para regular el cauce del río Navia, se construyeron pueblos para alojar a los obreros con sus familias y A Paicega fue uno de ellos. Al pueblo se llegaba por medio de un teleférico que partía desde El Espín, en Coaña.
En la actualidad, es otro de los pueblos abandonados, y para llegar puedes hacerlo de dos maneras: En coche hasta la aldea de Sanzo y a partir de allí tomar un camino sin asfalto, pero en buen estado, que te llevará hasta A Paicega. Para acceder a pie, puedes partir desde Pesoz, donde junto al Palacio de Ron podrás dejar el coche y subir por una pista forestal, que te llevará a través de un frondoso bosque de robles y castaños y que atraviesa el núcleo de Sanzo. Después de haber hecho un recorrido sin dificultades de cuatro kilómetros habrás arribado a destino.
Ubicada sobre el embalse de Salime, las vistas que se obtienen desde A Paicega son indescriptibles. Lo primero que vas a observar al llegar es que, sobre la mano izquierda, se erige la iglesia construida por el arquitecto asturiano Ignacio Álvarez Castelao y luego las ruinas de las viviendas sobre barracones, las escuelas, la peluquería, la cantina, la calle principal del pueblo, etc., incluso tenía casino, cine y un pequeño hospital. Realmente visitar esta aldea abandonada es recomendable, dado que no sólo puedes disfrutar de un bello paisaje, sino que también te habrás cultivado históricamente.
4. Perlora, uno de los pueblos abandonados más bonitos
Construida por la Organización Educación y Descanso, la Ciudad de Vacaciones de Perlora se edificó en 1954 para las vacaciones, con turnos de 15 días para los trabajadores de empresas públicas (mayormente), españolas. Perlora alcanzó su esplendor entre los años 60 y 80 y, luego de 50 años (2006) se decidió su cierre. La urbanización fue ejecutada por los hermanos Francisco y Federico Somolinos, como asimismo, el trazado de las calles y la distribución de los edificios.
Son característicos de la ciudad (hoy un pueblo fantasma), los chalet-hórreos y la iglesia que ostentaba un mural del artista asturiano Magín Berenguer dedicado a «La Sagrada Familia». Actualmente, se puede observar que una gran cantidad de personas que visitan este lugar. Concurren para practicar deportes, llevar a sus niños al parque infantil, disfrutar de sus playas o simplemente van a dar un paseo.
Es innumerable la cantidad de ancianos, que usufructuaban este espacio cuando eran trabajadores o sus hijos, que concurrieron con ellos en su niñez. Ex empleados del complejo vacacional, sigan yendo a comer en algún rincón o solo para tomar el sol en las abandonadas instalaciones. Realmente una obra faraónica que por desidia, negligencia o ambas cosas, se perdió y hoy es devorada por la naturaleza que, en forma lenta, pero inexorable, recupera su espacio. Al igual que Gulpiyuri, es uno de los lugares más curiosos que puedes visitar en Asturias.
5. Curriellos
Situado sobre el camino principal que asciende por la orilla izquierda del río Bárcena, en su confluencia con el río Besapié, se halla el pueblo abandonado de Curriellos. Se encuentra a 520 metros de altura y quedan 4 construcciones típicas de la zona, con casas que tienen corredores de madera y paneras. Dentro de los corredores veremos colmenas de abejas.
Para llegar al pueblo, debemos cruzar el río Besapié por un madero que hace las veces de puente y que se encuentra a tres metros de las aguas, lo que nos produce un poco de escozor y debemos extremar las precauciones a la hora del cruce. Es dable destacar que la vieja escuela, por dentro, aún se mantiene en buen estado de conservación.
Durante el invierno calefaccionaban los hogares con leña de roble y la luz eléctrica provenía de un molino de agua de las cercanías. Se sustentaban con la cría de vacas y cabras y también del cultivo de patatas, trigo, maíz y judías. El molino que se hallaba a 200 metros de la aldea, se utilizaba para la molienda de los granos. Sin embargo, para separar el grano de la paja se usaba una malladora que había sido traída de La Mortera. Durante los años 70 comenzó el éxodo de los lugareños y en 1974 la familia de Casa Rapariegos sería la última en abandonar Curriellos.
6. Besapié
Ubicado en las estribaciones del pico Mulleiroso, en el concejo de Tineo y a 670 metros sobre el nivel del mar, se halla Besapié. Para llegar, puede hacerse desde el también pueblo abandonado de Curriellos, descendiendo desde el citado pico por un sendero de ganado. En su apogeo llegó a tener más de cincuenta habitantes. Además, es un lugar con hermosas vistas y antiguas construcciones, en buen estado algunas y en ruinas otras.
Dispone de verdes praderas, abundante cantidad de «textos», grandes canchales (acumulación de derrubios en la base de las laderas de las formaciones montañosas) de piedras, piornos y brezos. El punto más alto de Besapié está a 720 metros y allí se halla la más grande de las casas, que se encuentran dispersas por las estribaciones de la montaña.
Es otro de los pueblos abandonados de Asturias, que además cuenta con una gran cantidad de colmenares. Algunos están hechos en huecos de árboles (truebanos), para proteger los panales de los intensos fríos del invierno y el sofocante calor del verano. Es que, desde la época de los romanos, se introdujo en Asturias la explotación apícola y extracción de miel. Pese a que el pueblo en sí se encuentra deshabitado, el paseo a Besapié es realmente fascinante ya que, es parte de la historia y la cultura asturiana y desde su punto más alto puede observarse el valle en todo su esplendor.
7. As Talladas
Villar de Caldas o As Talladas, es una aldea del concejo de Santa Eulalia de Oscos, que se halla a 435 metros de altitud, y es uno de los cuatro pueblos abandonados de la zona. Si bien cerca del pueblo pasa la ruta PR-AS-203 (la ruta de senderismo conocida como «Ruta de la mina As Talladas»), no hay carreteras para llegar. Solo puede hacerse caminando.
As Talladas es uno de esos pueblos con encanto que quedó suspendido en el tiempo. En un ambiente de soledad, aislamiento y silencio, que solo es roto por el murmullo constante de las aguas que fluyen por sus arroyos. La aldea guarda el recuerdo de una arquitectura tradicional. Con los muros de piedra teñidos por los líquenes y engalanados con los manzanos, las parras, castañas y nueces que lo rodean.
La única casa que queda en pie, en buen estado, se halla rodeada de otras que están totalmente abandonadas y derruidas. Algunas carecen de dueños, y otras si los tienen. Lo cierto es que nadie se ocupa de ellas, son engullidas día a día por la verde y salvaje naturaleza.
As Talladas, uno de los pueblos perdidos sin rótulo que supo tener 16 vecinos. Según cuentan los lugareños, quedó totalmente abandonado el día que un hombre de 60 años partió a la Argentina con sus cuatro hijos. Es otro tesoro asturiano que el tiempo, la tecnología y la equivocada creencia que en otra parte se vive mejor, quedó enterrado en el baúl de los recuerdos.
8. A Ancadeira
Llegamos a A Ancadeira por una de las tantas rutas de senderismo de Santa Eulalia de Oscos, comarca a la que pertenece esta aldea deshabitada. Allí nos espera una serie de construcciones abandonadas, que nos hacen cavilar de como se podía vivir en un lugar tan apartado de todo. Con una rica historia, llena de anécdotas y leyendas, hoy es otro de los pueblos vacíos y solo quedan algunos muros que ceden ante el avance de la vegetación.
Es evidente que el pueblo tuvo una gran importancia, dado el tamaño de las casas, las que se hallan con sus muros parcialmente destruidos que lo transforman en un museo al aire libre. Es llamativo, como la aldea fue devorada en tan poco tiempo por la naturaleza, ya que hasta los años setenta el pueblo estaba habitado. Aun que nos preguntamos cómo hacían para poder vivir en un lugar tan alejado y tan salvaje.
Lo que nos llamó la atención, es que estas casas habían estado habitadas hasta hace relativamente poco (hasta los años 70), y al recorrerlas cuesta imaginar cómo sería la vida de esas personas en un entorno tan aislado. Cerca se observan una serie de construcciones redondas de piedra («corripas»), que se utilizaban para almacenar castañas.
También existe un área recreativa (en uso) bastante grande junto el río, que se convierte en el lugar perfecto para un merecido descanso. Allí veremos un panel informativo donde se relata la «leyenda del desterrado», que le da el nombre al valle («Valle del Desterrado»). Irónicamente un cartel recién pintado nos da la bienvenida a un pueblo que ya no existe.
9. Tamagordas
Otro de los pueblos abandonados está en Illano, se ubica a 426 metros de altura, y se dividía en dos barrios: la vila d´arriba y la vila d´abaxo, los que se hallaban separados tan solo por la carretera. La aldea de Tamagordas, que desde los inicios del siglo XXI se halla abandonada, aún conserva sus casas en buen estado. Once de las construcciones esporádicamente son visitadas por los descendientes de los antiguos propietarios (nueve de la villa de abajo y dos de la villa de arriba).
Asimismo, la ermita de Nuestra Señora del Buen Suceso se halla en excelente estado de conservación. En su interior pueden verse la imagen de la virgen, junto a las de San Antonio y Santo Domingo. Para llegar, puede hacerse por una carretera local que bordea el embalse de Doiras, en el concejo de Illano. Los habitantes de la comarca se dedicaban a la ganadería y la agricultura (en especial a los viñedos). Además, anualmente se celebraba la fiesta de la cosecha de uvas y la fermentación del vino.
Está rodeado por una agreste naturaleza, con un bosque de alcornoques centenarios (de la corteza del alcornoque, se obtiene el corcho). También de una rica etnografía, restos de antiguas civilizaciones y una bella arquitectura rural, parafraseando el eslogan del municipio («Illano, el silencio verde»), podemos confirmar que así es.
10. Chao de Leiras
El caserío abandonado de Chao de Leiras está en la parroquia de Ouría y se encuentra a 420 metros de altura. Es el último de esta guía de pueblos abandonados y está ubicado en una planicie, al sur del arroyo Bordel. Pese a estar ubicado cerca de la carretera AS-21, su acceso es bastante complicado, lo que explicaría que forme parte de las aldeas abandonadas.
La aldea estaba construida al mejor estilo tradicional, y constaba de 12 casas bastante llamativas, cinco de las cuales son irrecuperables. Esto se debe a que tan solo quedan parte de los muros y algunas piedras, las restantes se hallan medianamente conservadas. Para llegar desde Taramundi hay que tomar por la AS-21 que transcurre entre las paredes que caen a plomo, y que se hallan cubiertas de flores amarillas.
Al llegar al poblado, deberemos saltar una puerta metálica y ascender entre una densa maleza, hasta arribar a las ruinas del pueblo. Las casas se encuentran unas cerca de otras, con una buena distribución sobre el terreno y se hallan divididas en dos núcleos. Con un hermoso entorno que justifica la visita, es una experiencia que, si bien no llega a ser una aventura, por lo menos es divertida y fuera de lo común.
Así visitamos algunos de los pueblos abandonados de Asturias, que alguna vez estuvieron llenos de vida y formaron parte de la población que hizo grande a nuestra comunidad. Ojalá podamos recuperarlas y sacarlas del arcón de los recuerdos. Así podremos comprender que no todo lo que pasó está muerto, sino que tan solo fue un paso para llegar a lo que somos hoy.
Hola. Me interesaría saber como ir a vivir a uno de esos pueblos. Mi banco quiere deshauciarme y necesito un plan. Mi email es [email protected]
Muchas gracias y feliz año nuevo
Hermosos. Me imagino es solo para Españoles?
Hay alguna casa en esos pueblos maravillosos que pudiese alquilar para vivir con mi mujer y nuestros perritos.